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Viajar es crecer

Tener un hoyo en el estómago o sentir "cocodrilos en la panza", como yo le llamo, ¡es el mejor sentimiento que existe! Para mi así es como se siente cuando estás haciendo las cosas que realmente valen la pena.

Tener un hoyo en el estómago o sentir “cocodrilos en la panza”, como yo le llamo, ¡es el mejor sentimiento que existe! Para mi así es como se siente cuando estás haciendo las cosas que realmente valen la pena. 

Hola, soy Luis de México y mi historia les va a sonar familiar, estaba a punto de cumplir los temidos 30, tenía un trabajo estable en el gobierno y me empezaba a preguntar si lo que estaba haciendo era lo que realmente quería hacer el resto de mi vida, y la respuesta fue ¡NO! Así que con un buen grupo de cocodrilos alojados en mi estómago ¡Renuncié!, a pesar de que mis amigos y familiares pensaban que no era la mejor decisión para mi futuro.

Aún recordaba mi viaje de mochilazo a Europa que hice cuando tenía 21 años, donde viví con los dichosos cocodrilos en la panza por más de dos meses, en el que aprendí más que de todos mis maestros y libros de Derecho en la Universidad, y del cual regresé con el sueño de irme a Asia lo antes posible, cosa que nunca hice por el trabajo y otras pequeñeces de la vida.

Ahora era la oportunidad perfecta para cumplir mi sueño e irme a Asia, así que compré un boleto de ida a Japón y pensé en viajar por dos o tres meses. Recuerdo que el día que salía mi vuelo no podía ni comer por los cocodrilos en mi panza, para serles sincero moría de miedo, pero desde ese momento comprendí que iba por el camino correcto. Para no hacerles el cuento largo, fue la mejor experiencia de mi vida y mi viaje se extendió por más de 7 meses, visitando ocho increíbles países en los cuales tuve grandes experiencias como:

Hacer el trekking más peligroso del mundo en Hua Shan, en la maravillosa China

Tomar un curso de Muay Thai por un mes en la selva de Tailandia,

Subir una montaña en el siempre verde Nepal

Hacer un curso de meditación en silencio total por 10 días con los japoneses, que son las personas más educadas y honorables que he conocido, o simplemente sobrevivir al fascinante caos de la India.

Todo esto me enseñó que no existen límites y que puedes hacer lo que te propongas, solo es cuestión de intentarlo y de ser consciente de que habrá equivocaciones y obstáculos pero que al final todo estará bien.

A partir de esa experiencia no he parado de viajar cada vez que tengo la oportunidad dentro y fuera de mi país, buscando esos cocodrilos en diferentes lados, como en una mezquita de Irán en Medio Oriente

 O en una jaula con un tiburón blanco en Port Lincoln en Australia

Iniciando una conversación con un desconocido que no habla mi mismo idioma o probando el exótico platillo  local de alguna pequeña comunidad.

Viajar me ha enseñado muchísimas cosas entre ellas que el propósito de viajar no se encuentra en los grandes monumentos o los increíbles paisajes que visitamos, estos son solo un pretexto para salir de tu zona de confort, exigirte y tener experiencias que te hagan crecer y mejorar como persona, tratando siempre de absorber lo bueno y aprender de los errores.

Si me preguntaran ahora si me arrepiento de haber renunciado a mi trabajo y empezar un nuevo camino en una dirección distinta a la habitual, sin ninguna duda contestaría que NI POR UN SEGUNDO, gracias a eso he sentido que en estos últimos años realmente he vivido.

P.D. Como se habrán dado cuenta, esta es la primera vez que escribo y no he parado de sentir cocodrilos. ¡Y me encanta!

Saludos.

Miriam

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