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Barrancas del Cobre, ¡Maravilla Natural 100% Mexicana!

Cada lugar que uno tiene oportunidad de visitar es un nuevo aprendizaje, y conocer México, no es la excepción, nos hace amarlo aún más.

Cada lugar que uno tiene oportunidad de visitar es un nuevo aprendizaje, y conocer México, no es la excepción, nos hace amarlo aún más.

Recorrer Barrancas del Cobre es una experiencia única, como únicos son sus espectaculares desfiladeros, esculpidos por ríos que nacen a lo alto de los bosques. Nuestro Tren Chihuahua Pacifico, mejor conocido como El Chepe, es nuestro guía a lo largo de toda la Sierra, ya sea desde Los Mochis hacia Chihuahua o de Chihuahua a Los Mochis.

Iniciamos el recorrido en El Fuerte, uno de los 7 puntos turísticos a lo largo de la Sierra, nos hospedamos en el Hotel Posada del Hidalgo, que en la antigüedad fuera una hacienda, muy bonito y muy al estilo mexicano; en uno de sus pasillos conservan un mural que muestra la historia de la conquista de los españoles, tiene en su exterior una placa de visitantes distinguidos, a quienes no voy a mencionar para que sean ustedes quienes lo descubran, siento que al contarlo, estoy contando el final de una película.

También está el Museo, estaba cerrado, por lo que sólo caminamos por sus jardines. Recorrimos el pueblo, pequeñito, pero muy bonito, con su plaza principal, donde sobresalen unas enormes palmas importadas de La Habana, Cuba. Por la noche nos ofrecieron una deliciosa cena, acompañada de la actuación de ‘El Zorro’, la cual fue muy divertida, todos cantaron y bailaron alegremente.

Por la mañana nos esperaban para tomar el tren que nos llevaría directo a Creel, que es el final del recorrido del viaje. Para ir llegando de regreso, a los diferentes puntos del recorrido, hasta llegar a los Mochis, aunque no lo recomiendo, pues es bastante largo, y aunque cómodo, no deja de ser cansado, lo ideal es iniciar el recorrido en Chihuahua y terminarlo en Los Mochis o viceversa.

El tren tiene 3 vagones para 64 pasajeros, tienen la categoría turista y categoría Primera Clase, moderno, limpio y con asientos muy cómodos.  El vagón restaurante tiene  un menú no muy extenso, pero con platillos muy deliciosos. Al no tener mucho que hacer, el tren nos invitaba a comer, dormir y disfrutar del panorama, así nos pasamos esas 6 horas.

Hicimos una parada en Divisadero, de aproximadamente 20 minutos, para admirar por primera vez las Barrancas y degustar las deliciosas gorditas de Chile pasado.

Llegando a Creel, nos llevaron al hotel, precioso, pues se sale de lo común, las habitaciones son cabañitas. Esa tarde nos quedamos sin luz, así que aprovechamos para jugar como niños en el sube y baja y los columpios, cenamos a la luz de las velas, y antes de que no pudiéramos ver nada, nos fuimos a nuestras habitaciones, y cuando nos disponíamos a irnos a descansar, ¡regresó la luz!

En nuestro cuarto día, nos llevaron a conocer el Lago Arareco, el Valle de Los Hongos y Ranas, que son piedras enormes con figuras caprichosas. También fuimos a una cueva Tarahumara en donde conocimos a una señora, que según nos comentan, tiene como 6 años diciendo que tenía 62 años. Muy linda señora, de ahí nos dirigimos a Cuauhtémoc, lugar en donde habita la comunidad Menonita, visitamos la casa de una familia que nos ofreció pan y queso que ellos mismos producen, todo muy rico.

Día 5, salimos rumbo a Posada Barrancas, mis amigas Sarita y Martha Lorena,  al saber que tomaría este recorrido, se animaron a acompañarme, cosa que agradezco, porque sé que lo disfrutaron tanto como yo. Este hotel es una maravilla, imagina que estás en el balcón de la habitación y lo que tienes como paisaje son las barrancas.

Nos llevaron a tomar el paseo en teleférico, había temor por la altura, pero la verdad es que ni siquiera se siente la velocidad con que se mueve de un punto a otro, ahí mismo comienza la tirolesa, que ese día estaba cerrado, por lo que lo único que pudimos hacer, fue tomarnos fotos. Importante mencionar que la Tirolesa tiene un recorrido que dura dos horas, y una vez que comienzas, ya no hay vuelta atrás, tienes que hacer todo el circuito que termina en el cerro en donde está el teleférico que te lleva de regreso al inicio del recorrido.

A mediodía del día siguiente, salimos rumbo a Cerocahui, caminamos por el pueblito, que nos dio mucha risa, porque el itinerario, decía, recorrido por el pueblo, y sólo le dimos vuelta a la iglesia que está al centro, de aquí surgió la frase “¡No sigan la luz!” refiriéndose a que veíamos un lugar de artesanía, y todos queríamos ir a ver. Nuestro guía Charly, ya no sabía cómo hacerle para detener nuestras ganas de comprar.  Por cierto en esta iglesia, la misa la dan en español y en lengua Tarahumara o Rarámuri.

¿Nuestro hotel? ¡Espectacular! Camino a las habitaciones, las parras adornaban nuestro andar.  Cerocahui, está ubicado en la franja del vino, tuvimos la oportunidad de que nos dieran a degustar, Vino Tinto de la Región.

En nuestro último día en Barrancas salimos rumbo a Cerro El Gallego, este cerro está a lo alto de las montañas, lo que nos permitió ver desde otro ángulo, las barrancas, donde tuvimos la oportunidad de conocer a un muchacho Tarahumara, que es maratonista y nos contó que su entrenamiento consiste en bajar y subir el cerro.

Al regresar al hotel nos preparamos para nuestro regreso a Los Mochis, en donde pasaríamos un día, antes de regresar a Mexicali.  Y como siempre, se quedan muchas fotos sin compartir, pero también queda una invitación a que visiten y descubran las Barrancas del Cobre, son nuestras y son hermosas, la cámara no alcanza a retratar tanta belleza, la mejor época para visitarlas, es el mes de junio, el tiempo en que no está frío y aun no comienzan las lluvias.