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Absinthe

Estoy sentado en la pequeña carpa ubicada afuera del hotel Caesars Palace en Las Vegas. La decoración tan peculiar como original usa casi todo como asientos, tinas de baño, sillas viejas, sillas de estética y más.

Estoy sentado en la pequeña carpa ubicada afuera del hotel Caesars Palace en Las Vegas. La decoración tan peculiar como original usa casi todo como asientos, tinas de baño, sillas viejas, sillas de estética y más. En el centro del pequeño escenario hay una tela verde que lo cubre todo hasta el techo. La iluminación es tenue y el personal extremadamente amable. He viajado de Las Vegas a Nueva Orleans en un segundo.

La voz en off del presentador da la bienvenida con una advertencia: Si palabras como “fuck” o “shit” le molestan, está usted en el show equivocado.

La tela verde cae al piso dejando al descubierto una pequeña tarima sobre la que hay un escritorio, una silla y un par de botellas de absenta . Al ritmo de la música uno de los artistas se acerca al escritorio y se sirve un vaso de tan exótica bebida, prohibida a partir de 1915 por sus poderes alucinógenos.

Lo que continúa es realmente un alucine, una serie de actos circenses representados en “extreme close-up” (tan cerca que si algo sale mal habrá más de dos lastimados) en un ambiente de puro y vulgar vaudeville. El hada verde (el supuesto personaje que se apoderaba de los que tomaban absinthe) es una sexy cantante que enmarca los números de un equilibrista en sillas, una impresionante pareja de patinadores, una sensual vedette que sin saber cómo termina dentro de un globo gigante, una pareja de pulsadores “guardaespaldas” y unos talentosos artistas que hacen espectaculares equilibrios en la cuerda floja a sólo centímetros de los espectadores.

Mención aparte merecen tanto el presentador principal como su “hermana” Penny, dos increíblemente talentosos comediantes que le dan el toque único, hilarante y descarado que hace este show tan especial. Ninguno de los chistes es políticamente correcto y las bromas con connotación sexual son tan veloces como el sonido, tan frecuentes como el parpadeo y tan subidas de tono como puedan imaginarse.

Algo tiene este show que me reconcilió con los espectáculos de Las Vegas. Es completamente una bocada de aire fresco. Hay algo de mí que cree que absinthe es ese show que pretendió algún día ser Zumanity. Que me recuerda que Las Vegas es un lugar para adultos y que además brinda la posibilidad de ver actos de calidad mundial a una distancia que jamás te permitiría el Cirque du Soleil.

Lo recomiendo mucho, sobre todo a mentes relajadas y a viajeros que no vayan en plan familiar.

Boletos desde 89 hasta 114 dlls.

http://www.spiegelworld.com

Alan Estrada

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