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Propuesta de matrimonio en París

Como todo buen viajero comencé con la etapa de planeación de mi primer viaje a Europa, el destino final era París, lugar donde tenía pensado darle el anillo a mi ahora esposa.

Por: Eduardo Pujol

Pues mi historia  comienza así:

Yo soy de Guadalajara, Jalisco, y como todo buen viajero comencé con la etapa de planeación de mi primer viaje a Europa con un año de antelación, ¡y vaya que no era cualquier viaje! el destino final era París, lugar donde tenía pensado darle el anillo a mi ahora esposa.

Al igual que Alan, soy de las personas que odia los tours y me gusta aventurarme por mi cuenta. Después de ahorrar para el anillo y para el viaje, durante un año, el momento llegó; estaba nervioso porque no tenía ni idea de cómo le iba a hacer para esconder el anillo de compromiso por 17 días hasta llegar a París, es decir, ¿se imaginan? ¿Cuántos filtros de seguridad había que pasar, ¿cuántos aviones qué tomar y cuántos chequeos tenía que pasar  sin que un guardia me arruinara mi sorpresa?

Visualicé todo como escena de película, de cómo le propondría matrimonio a la mujer de mi vida, frente a la Torre Eiffel.

Llegamos al aeropuerto de Guadalajara para tomar el avión, pero a mi querida novia se le ocurrió comprar una almohada para el largo viaje, obviamente, verifiqué antes en qué puerta teníamos que abordar, y el vuelo estaba retrasado, así que dije, está bien, vamos por tu almohada, tardamos aproximadamente unos 20 minutos y cuando llegamos para abordar ¡las puertas del avión ya estaban cerradas! me quería morir, la señorita de mi aerolínea me dijo que ya no era posible abordar, que había perdido el vuelo. LO QUE UN VIAJERO NUNCA QUIERE ESCUCHAR, LO PEOR QUE TE PUEDE PASAR EN UN VIAJE.

Se me salieron las lágrimas, le rogué a la señorita que ahí estaba el avión que solo tenía que abrirme la puerta, pero desgraciadamente todo el esfuerzo de un año se estaba yendo por el escusado; entré en pánico; chequé vuelos y para salir ese mismo día me salía un ojo de la cara, ¡más de 40 mil pesos por persona! una locura.

Ya más tranquilo comencé a ver vuelos y encontré una super promoción para dentro de dos días, saliendo de Los Angeles a Londres, por 150 euros, una ganga. Sin dudarlo los compré, ya había perdido el hotel y mis primeros dos días en el viejo continente; mi siguiente destino era Londres, dentro de lo que cabe tuve suerte de encontrar un vuelo porque en mi  itinerario tenía a Londres como mi siguiente destino.

Pues ya en el avión sentí un gran alivio porque mi sueño de entregarle a mi novia el anillo  en París se estaba desmoronando,es decir, quien encuentra un vuelo Los Angeles – Londres  por 150 euros,  dentro de mi mala suerte de perder el avión, vi luz al final del túnel.

Ya en Londres, donde la pasamos increíble, cabe mencionar que no me despegué del anillo ni por un segundo, siempre lo tuve en su cajita, dentro de un zapato, dentro de una mochila, y esa mochila la cargaba a todos lados, por miedo a que me lo robaran en el hotel o los que acomodan el equipaje en los aeropuertos.

En londres subimos a Tower Bridge, donde un guardia me revisó de arriba a bajo mi maleta,   sacó el zapato y me dijo: ¿solo llevas un zapato?  y yo SÍ SEÑOR OFICIAL – ¿por qué solo un zapato? – preguntó el guardia, le dije: ¿es un delito llevar solo un zapato? me respondió, no, pase joven.

Moría de nervios porque mi novia la estaban revisando a un lado de mí,  y una vez más casi se arruina mi sorpresa.

Para no hacer la historia más larga, después de recorrer varias ciudades de Europa y ya sin contratiempos, por fin llegué a la ciudad del amor. Ahí estaba, bella e imponente la Torre Eiffel, recuerdo que mi novia lloró al ver lo imponente que era, tantas veces la vimos en películas, caricaturas, cuentos, libros, pinturas y por fin estábamos ahí.

Me hospedé a los pies de la Torre Eiffel para que todo saliera perfecto, y el momento llegó. Estábamos ahí observando la impresionante vista y le propuse matrimonio al amor de mi vida y ella sin dudarlo aceptó.

Fue un gran viaje inolvidable, pero siempre  me acordaré de toda la travesía que pasé para entregarle el anillo, pero valió la pena. Ahora tenemos 6 meses felizmente casados.