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Mi Road trip al Gran Cañón – Parte II

Esta vez, ya que terminó el viaje, les voy a contar un poco de la segunda parte de lo ocurrido, esperando inspirarlos aunque sea un poco para empacar sus maletas.

Por: Fernanda Caballero

¡Hola viajeros!

La última vez que tuve el placer de escribirles les conté un poco acerca del viaje en el que estaba. Un recorrido de 17 días atravesando gran parte del Gran Cañón. Una ruta desde San Francisco hasta Las Vegas. Si no han leído la primera parte de esta aventura, la pueden encontrar aquí:

Esta vez, ya que terminó el viaje, les voy a contar un poco de la segunda parte de lo ocurrido, esperando inspirarlos aunque sea un poco para empacar sus maletas.

De Yosemite salimos hacia Sequoia National Forest, donde honestamente, yo me volví loca: mi lugar favorito de todo el recorrido. Un lugar de gigantes, de belleza inaudita, mucho poder, árboles llenos de vida. Nada de lo que yo les pueda decir se acerca verdaderamente a lo que este lugar es: magia pura. Mis 5 amigos y yo coincidimos con que este lugar era uno de los lugares más increíbles que jamás hubiéramos visto.

De aquí, nos fuimos en camino hacia el desierto, empezando nuestro recorrido por Death Valley, un tipo de vacío creado entre dunas impresionantes de arena, donde no se escucha más que el viento y tus pensamientos. Aquí, Rebecca (@rebecoisse) y yo tuvimos un momento de salvajismo puro, un encuentro real con la naturaleza: gritar, aullar como lobas, reír, correr, llorar y tomar un millón de fotos. Es increíble el poder del silencio.

Al final del día, tomamos una carretera que nos llevaría a nuestro siguiente destino, un lugar moldeado por el viento y lleno también de silencio. Aquí respiré, y verdaderamente sentí que empezó el viaje. La piedra roja era impactante, el color más vivo. Habíamos llegado al fin a los inicios del Gran Cañón.

Valley of Fire State Park. Un lugar increíble para treparte a todos lados, correr, admirar una belleza casi jurásica, y millones de años sepultados en la piedra. Una carretera como serpiente en el medio, perfecta para patinar un rato y escuchar música que te llene de vida.

Poco a poco la piedra cambiaba de color rojo vivo a un color rosa pastel muy pálido. Llegamos a White Domes Trail, y sin querer todos estábamos en una especie de trance, sin poder creer lo que veíamos, sin poder creer la inmensidad de este lugar: el sonido tan fuerte del viento, el olor a nada. Un día que realmente marcó mi amor por nuestro planeta. Un lugar que pareciera, nadie ha tocado.

Al día siguiente, después de un gran descanso salimos otra vez a carretera. Ahora en dirección a Glendale. Entre lugar y lugar eran horas o días enteros de camino, disfrutando de un paisaje lleno de belleza y nostalgia, una parte de Estados Unidos que jamás pensé encontrar.

Llegamos a Zion National Park, un lugar que creo, nos quedó grande.

La verdad es que para este punto, justo la mitad de nuestro viaje, todos estábamos ya un poco exhaustos. Teníamos horas de carretera acumuladas y los ojos un poco cansados de tanta belleza (nunca pensé que esto pudiera pasar). Al poco tiempo de empezar nuestro hiking aquí, el frío nos corrió y nos puso mucha resistencia. Todos estábamos desesperados por un poco de descanso.

Siguiente parada: Bryce Canyon. Siendo honesta, al empezar el día, yo estaba del peor humor. Casi me atrevo a decir que no iba al hike, casi. Por suerte fui, y fue uno de los mejores hikes que he hecho en muchísimo tiempo. Este cañón es algo fuera de este mundo, literal; algo así como un pedazo de Marte en el Planeta Tierra. Fue una belleza, de verdad, mis pulmones, mis ojos, mi cuerpo entero me agradeció como nunca. Fui feliz, no hay mucho más que decir.

Al día siguiente, era un lunes y le pusimos “el lunes legendario”. Empezamos muy temprano porque queríamos cubrir 3 lugares distintos en un solo día. A las 9 de la mañana estábamos ya entrando a Lone Rock Beach, un pequeño Oasis en medio de la nada. Agua cristalina, azul casi caribe, y una enorme piedra en el medio.

De ahí, salimos a carretera para dejar el estado de Utah y empezar el camino hacia Arizona. Hicimos una parada express (porque la cantidad de turismo en el lugar no deja más) en el emblemático Horseshoe Bend, lugar donde obviamente tienes que sacarte la foto. 

Después de comer una de nuestras tantas comidas de carretera, llegamos a Antelope Canyon. Tuvimos la suerte de encontrar un tour dado por Nativos Americanos, en una parte del Cañón a la que no va mucha gente. Con el corazón esponjado, los ojos llorosos y el cuerpo algo cansado, todos llegamos a la conclusión de que este había sido uno de los mejores lunes de nuestras vidas.

La tercera parada de este día: Monument Valley, ese lugar dónde Forrest Gump deja de correr después de tantos días. Este fue el mejor momento: hora exacta del atardecer, la música adecuada para entrar al valle, la emoción combinada con el cansancio de todos, y un par de lágrimas de felicidad de haber llegado al fin.

Al día siguiente, decidimos llevarla tranquilo. Disfrutar la increíble cabaña cortesía de Airbnb en Moab, Utah y simplemente disfrutar el día, minuto a minuto. Porque viajar también a momentos es solamente estar ¿no?

Al acercarse el atardecer, el mejor momento de luz para fotos, salimos hacia Castle Valley, donde al final del día y de tanta risa relajada acabamos en un abrazo grupal, de esos que llenan el alma y te confirman que estas con la gente y en el lugar adecuado.

Nuestra última parada en el reino de piedra: Arches National Park. Qué lugar, que inmensidad. Verdaderamente inexplicable. Aquí yo empecé a sentir que el viaje terminaba, ¿han sentido esa nostalgia previa a la nostalgia verdadera?

La penúltima carretera antes de dirigirnos a Las Vegas, donde volaríamos con Aeroméxico de regreso a casa. Llegamos al último destino justo al atardecer: Bonneville Salt Flats. Un lugar totalmente blanco e increíblemente lejos de ser nieve. Un set totalmente de sal, un lugar como ninguno otro, el sello perfecto para terminar este recorrido. El lugar donde me prometí jamás volver a ver a Estados Unidos de la misma manera.

Ya en casa, escribiendo esto, me brotan las lágrimas solo recordando lo afortunada que fui al estar rodeada de tanta belleza, fuera y dentro de nuestra van. Si quieren saber un poco más de este increíble viaje, con todos los detalles y fotos, los invito a visitar la website del proyecto: redstonekingdom.com Nos leemos pronto viajeros, desde otro lugar del planeta.

Amor siempre,

F.