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Hablar del mar me mata

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Me considero una persona a la que le gusta saltar, a dónde sea, a lo que sea. Me llamo Fernanda, tengo veinticuatro años y mi corazón le pertenece al mar. Su libertad es mi mayor inspiración para viajar, para moverme, para cambiar.

Me considero una persona a la que le gusta saltar, a dónde sea, a lo que sea. Me llamo Fernanda, tengo veinticuatro años y mi corazón le pertenece al mar. Su libertad es mi mayor inspiración para viajar, para moverme, para cambiar.

Viajar es algo a lo que siempre me empujaron mis papás, con el tiempo se ha vuelto mi pasión, mi manera de renacer y de aprender a ver la vida de una manera mas humana. Conociendo diferentes culturas comprendo mejor mis raíces; a través de otros lugares, existo. Viajar sola y descubrir nuevos rumbos por mi cuenta es el mejor regalo que me he dado a mi misma. Creo que vivo en un mundo en el que hay tanto que ver y hacer con tan poco tiempo de vida, por eso trato de ver mi vida como un viaje en el que solo yo decido a donde voy, mi único hogar permanente es mi cuerpo, cualquier otro lugar es parte de mi camino.

Llegar a la orilla del mar, sentir el agua y volverme parte de él es lo que más me llena de vida. Ya sea en una tabla de surf, en kayak, o con el tanque de buceo, de alguna u otra manera siempre regreso. Lo que siento por el agua salada es algo que muy pocas veces puedo llegar a expresar. A través de la fotografía, el arte o mi estilo de vida, trato de compartir lo que siento al viajar, al llegar a tocar la arena, al llegar a mi mar.

La verdad es que hablar del mar me mata, solo en él comprendo mi existencia. “Existir es cambiar, cambiar es madurar, madurar es creación sin fin.” – Henri Bergson.