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Bogotá, Cartagena y Barú: 15 días en Colombia

¡Hola viajeros! Les escribo ahora desde el paraíso colombiano, les tengo que confesar que estoy enamorada de este país.

Por: Fernanda Caballero

¡Hola viajeros! Les escribo ahora desde el paraíso colombiano, les tengo que confesar que estoy enamorada de este país, y es que aunque ya había tenido la oportunidad de visitarlo, esta vez lo pude vivir mucho más a fondo.

Bogotá no ha dejado de sorprenderme, una ciudad que lo tiene todo y la capital de este hermoso país. Su elevación me tuvo jadeando un poco (es una de las ciudades más altas de Sudamérica con 2,625 metros sobre el nivel del mar) y admirando a toda la gente que corre y anda en bici por acá. ¡Que envidia su condición!

Comida deliciosa en cada esquina, el Museo del Oro con un tremendo tesoro y legado, y el Páramo en sus afueras llenándote de vida los pulmones.

Cartagena, esta ciudad amurallada llena de sabor y color, fue uno de los puertos más importantes de América en la época colonial española. Tiene una muralla que rodea todo el centro histórico y, en su momento, buscaba proteger este puerto y ciudad de los ataques marítimos. Calles diminutas perfectas para caminarse diario, casas de todos los colores, puertas enormes, gente llena de vida por todos lados. Así es Cartagena, una explosión de color, vida y comida rica.

Durante mi tiempo aquí me hospedé en el hotel Casa Blanca, y creo de verdad que nunca me había sentido tan consentida. La amabilidad y sonrisas de la gente aquí se llevan para siempre en el corazón.

De Cartagena, salimos hacia la isla de BARÚ, un paraíso en medio de la nada. Agua cristalina, selva verde, hoteles y casas de sueño. Un lugar para desconectarte por completo de la realidad. Puedes llegar por mar en lancha o por tierra a través del canal de dique, dejando el carro en el puerto del ferry. Gente bellísima te recibe aquí, y pasa que al final de verdad no te quieres ir. Un verdadero paraíso. Atardeceres para toda la vida y paz. Nada más que paz aquí.

Colombia me tiene enamorada, y mientras escribo esto me doy cuenta que lo que me llevo de aquí es el carisma de su gente. Que país tan bello, que gente tan increíble.

Regreso pronto, seguro.

 

Miriam

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